DE
CUENTOS DE
TERROR Y
LEYENDAS
Alumna: Ana
Briseida Landaverde Martínez
Escuela: Renacimiento
Grado: 6 A
Fecha: 3 de diciembre del 2013
El monte embrujado………………. 03
La madre……………………………04
La madera…………………………..05
La niña de
la montaña…………..06
La llorona…………………………..07
La mujer
de la carretera………..08
Algo anda en
la huerta………… 09
La niña del
panteón……………..10
El diablo
en pañales…………….11
La novia……………………………12
Había caminado casi toda la tarde, y cuando ya se había hecho
noche me senté a un costado del camino a descansar. No estaba solo, me
acompañaba Rufo, mi perro.
Al sacarme la mochila sentí que estaba mucho más liviano, y fue un alivio. Rufo se acostó a mi lado después de dar vueltas y vueltas sobre el pasto. Estaba casi todo oscuro pero se distinguían algunas cosas. A unos diez metros del solitario camino empezaba a elevarse un monte pequeño, poco más que una arboleda. No estaba muy lejos de una zona poblada, mas desde allí no se veía ni una casa, ni una luz, y por el camino hacía rato que no pasaba ningún vehículo.
Cuando uno cree estar solo se sobresalta al advertir de golpe a otra persona, y esta figura dudosa se movía en la oscuridad. Tenía una linterna en la mano pero no quise encenderla. Tal vez el otro no me había notado; a nadie le gusta que lo encandilen de pronto. Si era alguien que creía que no lo había notado, y traía alguna mala intención, se iba a llevar una sorpresa desagradable. Pero la sorpresa desagradable me la llevé yo, porque en un momento dado me pareció que no tenía cabeza.
Al sacarme la mochila sentí que estaba mucho más liviano, y fue un alivio. Rufo se acostó a mi lado después de dar vueltas y vueltas sobre el pasto. Estaba casi todo oscuro pero se distinguían algunas cosas. A unos diez metros del solitario camino empezaba a elevarse un monte pequeño, poco más que una arboleda. No estaba muy lejos de una zona poblada, mas desde allí no se veía ni una casa, ni una luz, y por el camino hacía rato que no pasaba ningún vehículo.
Cuando uno cree estar solo se sobresalta al advertir de golpe a otra persona, y esta figura dudosa se movía en la oscuridad. Tenía una linterna en la mano pero no quise encenderla. Tal vez el otro no me había notado; a nadie le gusta que lo encandilen de pronto. Si era alguien que creía que no lo había notado, y traía alguna mala intención, se iba a llevar una sorpresa desagradable. Pero la sorpresa desagradable me la llevé yo, porque en un momento dado me pareció que no tenía cabeza.
Encendí la linterna y no había nadie. El foco de luz recorrió
de un extremo al otro el montecillo pero no logré ver nada. al encender la
linterna Rufo se había parado, y un rato después permanecía así, atento hacia
el monte. De repente salió disparado y se metió a toda prisa entre los árboles.
Lo llamé pero no me hizo caso. Pronto dejé de escuchar el ruido que hacía al
pasar entre ramas y todo volvió a estar en silencio. Entonces me acerqué
al monte y lo llamé una y otra vez, silbé, mas cuando hacía una pausa para
escuchar, nada, ni un ruido.
Supuse que el monte era más grande de lo que me parecía. Ya estaba seguro de que había algo raro allí, pero no podía dejar a mi mejor amigo. Me interné entre los árboles y, linterna en mano empecé a buscarlo. En el mismo momento que gritaba o silbaba, una voz apenas audible repetía: “Por aquí, por aquí”, pero como apenas la escuchaba y sonaba junto a los sonidos que yo emitía, hasta que no la escuché varias veces no estuve seguro. Aquel lugar estaba embrujado. Empecé a desesperarme por salir. Cuando intentaba volver al camino entre una maraña de ramas, algo me habló de muy cerca, casi me susurró al oído: “No te vayas a perder”. En ese instante creí que iba a enloquecer de terror. Por suerte enseguida pude salir de la arboleda. Al volver al camino seguí esperando a Rufo, aunque empezaba a creer que no lo vería nunca más. Un rato después apareció, dándome una alegría inmensa. Y ahí si me marché de allí Hasta no alcanzar las luces del pueblo no perdí de vista a Rufo, no porque temiera que se alejara nuevamente, sino porque desconfiaba que realmente fuera mi perro.
Supuse que el monte era más grande de lo que me parecía. Ya estaba seguro de que había algo raro allí, pero no podía dejar a mi mejor amigo. Me interné entre los árboles y, linterna en mano empecé a buscarlo. En el mismo momento que gritaba o silbaba, una voz apenas audible repetía: “Por aquí, por aquí”, pero como apenas la escuchaba y sonaba junto a los sonidos que yo emitía, hasta que no la escuché varias veces no estuve seguro. Aquel lugar estaba embrujado. Empecé a desesperarme por salir. Cuando intentaba volver al camino entre una maraña de ramas, algo me habló de muy cerca, casi me susurró al oído: “No te vayas a perder”. En ese instante creí que iba a enloquecer de terror. Por suerte enseguida pude salir de la arboleda. Al volver al camino seguí esperando a Rufo, aunque empezaba a creer que no lo vería nunca más. Un rato después apareció, dándome una alegría inmensa. Y ahí si me marché de allí Hasta no alcanzar las luces del pueblo no perdí de vista a Rufo, no porque temiera que se alejara nuevamente, sino porque desconfiaba que realmente fuera mi perro.
Clara salió a la vereda del hospital cargando el bebé en sus
brazos. La noche se había presentado bastante fría. Envolvió mejor al bebé y
procuró un taxi con la vista, pero solo había autos de particulares
estacionados en aquella cuadra. Entró de nuevo al hospital y le pidió a
una enfermera que le llamara un taxi. La enfermera, que estaba tras una
ventanilla, llamó con desgano y volvió a ojear una revista. Clara le agradeció,
sonriendo con falsedad, y volvió a esperar en la vereda.
Pasaron los minutos y nada, el taxi no llegaba. Impaciente por la espera, Clara decidió irse a pie; su casa no estaba tan lejos.
Caminaba rápido porque todavía estaba enfadada. Había llevado al niño de tarde, a un control programado que no podía evitar, pues no deseaba tener problemas, y demoraron tanto en atenderla que cuando lo hicieron ya estaba de noche. Clara quiso marcharse pero un doctor la hizo pasar. Ella temía que le hallaran algo raro, que se dieran cuenta, pero cuando lo examinaron solo era un niño normal.
Al llegar a una cuadra oscurecida por las sombras de unos árboles, una silueta humanoide contrahecha, pequeña y de andar desparejo le salió al cruce y le exigió:
- ¡Dame el bebé!, ¡dame el bebé!…
- ¡Nunca! -gritó Clara, y sacando un amuleto de un bolsillo de su abrigo se lo presentó al ser aquel.
- ¡Ah! ¡Dame el bebé! ¡Dame… ah! -y contra su voluntad la criatura retrocedió hasta las sombras.
Entonces el bebé abrió con sus brazos la manta que lo cubría y dijo con una voz aguda y áspera:
- ¡Suéltame, maldita bruja! ¡Suéltame!…
- ¡Silencio! -le ordenó ella, y le puso el amuleto frente a la cara, haciendo que el bebé se volviera a cubrir.
- Pronto me apreciarás. He domesticado a peores engendros que tú -le aseguró la bruja.
Pasaron los minutos y nada, el taxi no llegaba. Impaciente por la espera, Clara decidió irse a pie; su casa no estaba tan lejos.
Caminaba rápido porque todavía estaba enfadada. Había llevado al niño de tarde, a un control programado que no podía evitar, pues no deseaba tener problemas, y demoraron tanto en atenderla que cuando lo hicieron ya estaba de noche. Clara quiso marcharse pero un doctor la hizo pasar. Ella temía que le hallaran algo raro, que se dieran cuenta, pero cuando lo examinaron solo era un niño normal.
Al llegar a una cuadra oscurecida por las sombras de unos árboles, una silueta humanoide contrahecha, pequeña y de andar desparejo le salió al cruce y le exigió:
- ¡Dame el bebé!, ¡dame el bebé!…
- ¡Nunca! -gritó Clara, y sacando un amuleto de un bolsillo de su abrigo se lo presentó al ser aquel.
- ¡Ah! ¡Dame el bebé! ¡Dame… ah! -y contra su voluntad la criatura retrocedió hasta las sombras.
Entonces el bebé abrió con sus brazos la manta que lo cubría y dijo con una voz aguda y áspera:
- ¡Suéltame, maldita bruja! ¡Suéltame!…
- ¡Silencio! -le ordenó ella, y le puso el amuleto frente a la cara, haciendo que el bebé se volviera a cubrir.
- Pronto me apreciarás. He domesticado a peores engendros que tú -le aseguró la bruja.
La madera
Una amiga que es maestra en una escuela me pidió un favor
bastante curioso. El municipio había donado unos pupitres (de esto hace muchos
años, aún se usaban pupitres) que fueron a dar en el salón donde ella daba
clases, y creía que aquellos asientos de alguna forma estaban embrujados.
Quería que averiguara de dónde los habían sacado.
Anticipándose a mi escepticismo me invitó al salón aquel, al atardecer, después que los alumnos se fueron, y ante los pupitres aludidos me contó más o menos lo siguiente:
“Cuando llegaron, personalmente quedé muy agradecida -empezó a contarme mi amiga, mirando de reojo los bancos-; eran nuevos y desprendían un aroma agradable; veía que los niños se inclinaban a oler la madera. Pero no demoraron en empezar las cosas raras. Un alumno se pinchó con la punta de un compás y sangró un poco sobre el pupitre, y, presencié asombrada como la madera absorbía completamente toda la sangre en un instante, sin que quedara una mancha. Lógicamente, inventé algo para convencer a los que vieron aquello, pero no era algo normal. Unos días después, un olor asqueroso que enseguida asocié con la muerte invadió repentinamente el salón, aunque enseguida desapareció. Los días siguientes todos empezaron a desconcentrarse fácilmente, y se acusaban unos a otros por algún jalón que sentían o un pupitre que se inclinaba de golpe como si lo empujaran de atrás. Pero lo más horrible me pasó a mí. ¡Ay…! Hasta me cuesta contarlo… disculpa. Fue así: Olvidé mis llaves y volví un poco más tarde que ahora, ya prácticamente estaba de noche. El salón ya estaba oscurecido, pero como solo son unos pasos e igual distinguía el manojo de llaves no encendí la luz. Cuando fui a marcharme, estaban… en los pupitres había gente, y por sus contornos se notaba que estaban muertos”.
En ese momento a mi amiga se le quebró la voz y se tapó la boca. Me dejó completamente impresionado. Cuando intenté analizar fríamente aquello, del salón emanó un olor nauseabundo que recordé inmediatamente. Cuando salimos de allí le prometí que iba a averiguar todo lo que pudiera.
Después de sentir aquel olor, lo que descubrí no me sorprendió, aunque igual me hizo estremecer: Los pupitres estaban hechos con las maderas de unos cipreses talados de la parte vieja del cementerio.
Después de cobrar algunos favores y quedar debiendo otros en el municipio, hice que retiraran aquellos bancos, y un tiempo después que los destruyeran.
Anticipándose a mi escepticismo me invitó al salón aquel, al atardecer, después que los alumnos se fueron, y ante los pupitres aludidos me contó más o menos lo siguiente:
“Cuando llegaron, personalmente quedé muy agradecida -empezó a contarme mi amiga, mirando de reojo los bancos-; eran nuevos y desprendían un aroma agradable; veía que los niños se inclinaban a oler la madera. Pero no demoraron en empezar las cosas raras. Un alumno se pinchó con la punta de un compás y sangró un poco sobre el pupitre, y, presencié asombrada como la madera absorbía completamente toda la sangre en un instante, sin que quedara una mancha. Lógicamente, inventé algo para convencer a los que vieron aquello, pero no era algo normal. Unos días después, un olor asqueroso que enseguida asocié con la muerte invadió repentinamente el salón, aunque enseguida desapareció. Los días siguientes todos empezaron a desconcentrarse fácilmente, y se acusaban unos a otros por algún jalón que sentían o un pupitre que se inclinaba de golpe como si lo empujaran de atrás. Pero lo más horrible me pasó a mí. ¡Ay…! Hasta me cuesta contarlo… disculpa. Fue así: Olvidé mis llaves y volví un poco más tarde que ahora, ya prácticamente estaba de noche. El salón ya estaba oscurecido, pero como solo son unos pasos e igual distinguía el manojo de llaves no encendí la luz. Cuando fui a marcharme, estaban… en los pupitres había gente, y por sus contornos se notaba que estaban muertos”.
En ese momento a mi amiga se le quebró la voz y se tapó la boca. Me dejó completamente impresionado. Cuando intenté analizar fríamente aquello, del salón emanó un olor nauseabundo que recordé inmediatamente. Cuando salimos de allí le prometí que iba a averiguar todo lo que pudiera.
Después de sentir aquel olor, lo que descubrí no me sorprendió, aunque igual me hizo estremecer: Los pupitres estaban hechos con las maderas de unos cipreses talados de la parte vieja del cementerio.
Después de cobrar algunos favores y quedar debiendo otros en el municipio, hice que retiraran aquellos bancos, y un tiempo después que los destruyeran.
Todo comenzó el día miércoles 4 de agosto, papá decido comprar una casa
en una montaña, yo no sabía exactamente para que exactamente pero mi papá tiene
ideas locas desde que mamá nos dejo cuando yo tenía 10 años, no ha pasado mucho
tiempo pues acabo de cumplir 13, mi padre decía que el fin de semana la
pasaríamos por allá, llego el viernes preparamos nuestras cosas y partimos, al
llegar una hermosa mujer, con ojos verdes nos atendió, mi padre le agradeció y
no llevo a nuestro cuarto, no podía dormir escuchaba ruidos, ruidos extraños
que provenían del cuarto de al lado, decidí ir a investigar, al llegar al
cuarto de al lado encontré a una niña llorando, si, hay estaba con su pelo
negro con las manos en la cara, aun recuerdo esa piel pálida, esa piel, las
manos en su cara le tapaban el rostro, al acercarme la niña dejo de llorar se
destapo su rostro, no podía ser cierto, su rostro estaba desfigurado, quemado,
horrible, fui corriendo con mi padre entre a su alcoba y lo desperté
rápidamente y él me dijo:
-¿Qué te pasa Carlos?
-Papá… ¡hay una niña en el cuarto de al lado, ven!
-Ok, ok
Corrimos al cuarto, la niña había desaparecido, mi papá me dijo que me fuera a dormir y eso hice al llegar a mi cuarto escuche un grito desgarrador, era mi padre, en la esquina de su cuarto y en la otra esquina la niña con un cuchillo en la mano, yo no sabía qué hacer, de repente sentí un golpe y caí desmayado, amanecía al día siguiente pero ahora estaba en mi casa, mi padre tiene desde entonces una herida en el brazo como cortada de cuchillo, el dice que se corto cocinando y dice que lo que sucedió fue una pesadilla, pero yo no creo eso, un día iba a la tienda y encontré a aquella chica de la entrada de la cabaña mirándome fijamente.
-¿Qué te pasa Carlos?
-Papá… ¡hay una niña en el cuarto de al lado, ven!
-Ok, ok
Corrimos al cuarto, la niña había desaparecido, mi papá me dijo que me fuera a dormir y eso hice al llegar a mi cuarto escuche un grito desgarrador, era mi padre, en la esquina de su cuarto y en la otra esquina la niña con un cuchillo en la mano, yo no sabía qué hacer, de repente sentí un golpe y caí desmayado, amanecía al día siguiente pero ahora estaba en mi casa, mi padre tiene desde entonces una herida en el brazo como cortada de cuchillo, el dice que se corto cocinando y dice que lo que sucedió fue una pesadilla, pero yo no creo eso, un día iba a la tienda y encontré a aquella chica de la entrada de la cabaña mirándome fijamente.
Era una noche de un domingo,
mi hermano salió en busca de su novia Elizabeht,y para llegar hasta su destino
con su novia tenia que recorrer aproximadamente 30 mns y tenía que pasar por
algunas partes sola y escalofriantes tales como una huerta de limón grandísima
y casi todo ese tramo se encontraba solo y callado ya que por hay no se
encontraba ninguna casa hasta después de 15 mns . Al llegar al lugar de
encuentro con su novia el llego y encontró a su amada en brazos de otro joven ,
al verlos besándose y acariciándose el salió
huyendo de ese lugar. Fue directo a tomar a desaogar su gran pena que sintió al
ver esa escena , el ya no podía mas ,y tomo y tomo, hasta más no poder .
Ya de regreso a casa tenía que tomar ese recorrido el cual paso de día , y sin pensar que si regresaba muy tarde tendría que pasar por ese lugar ,al ir pasando por hay había un poso de agua en la huerta de limón ,estaba como a 6 metros de ese lujar cuando voltio haber hacia dentro por un alambrado de púas ,cuando vio a esa mujer que gritaba desesperada haaayy!!!!! mis hijos !!!!! …. El tomado y sin saber como reaccionar corrió desesperado ya que el faltaba como 15 mns para llegar a casa la mujer era blanca verdosa transparente y demacrada, no tenia pies y su cabello era negro y largo, su vestidura era como de 1940 esos vertidos color blanco amarillento se miraba que era Viejo, y le escurría mucha agua por todo su cuerpo. Al fin llego mi hermano a casa, llego agitado y muy asustado, después de que se calmo pudo contra lo que sucedió ese domingo a las 2:43 am .yo en ese entonces tenía como 9 anos pero recuerdo todo lo que sucedió en ese pueblo de Colima.
Ya de regreso a casa tenía que tomar ese recorrido el cual paso de día , y sin pensar que si regresaba muy tarde tendría que pasar por ese lugar ,al ir pasando por hay había un poso de agua en la huerta de limón ,estaba como a 6 metros de ese lujar cuando voltio haber hacia dentro por un alambrado de púas ,cuando vio a esa mujer que gritaba desesperada haaayy!!!!! mis hijos !!!!! …. El tomado y sin saber como reaccionar corrió desesperado ya que el faltaba como 15 mns para llegar a casa la mujer era blanca verdosa transparente y demacrada, no tenia pies y su cabello era negro y largo, su vestidura era como de 1940 esos vertidos color blanco amarillento se miraba que era Viejo, y le escurría mucha agua por todo su cuerpo. Al fin llego mi hermano a casa, llego agitado y muy asustado, después de que se calmo pudo contra lo que sucedió ese domingo a las 2:43 am .yo en ese entonces tenía como 9 anos pero recuerdo todo lo que sucedió en ese pueblo de Colima.
La mujer de la carretera
Se cuenta que por algunas
partes del sur de México aparece una mujer sobre un caballo durante las noches, esta ofrece
llevar a las personas que caminan por la calle.
Un día un par de hombres caminaba tranquilamente rumbo a su casas después de una noche de diversión con el amigos, de pronto se comenzó a escuchar como un caballo se acercaba pero como era de noche no se alcanzaba a distinguir bien el caballo, cuando ya este estaba frente a los hombres se dieron cuenta que una mujer lo montaba, ellos quedaron sorprendidos ya que la mujer tenía un cuerpo muy bonito, pero la cara no se lograba ver por la obscuridad y el gran sombrero que llevaba. La mujer ofreció a llevarlos a caballo, uno de ellos acepto inmediatamente, al subir al caballo y estar cerca de la mujer estaba levanto su sombrero y revelo su cara, la cual era una calavera, de inmediato el caballo comenzó a correr rápidamente mientras el hombre gritaba por el miedo, sin saberlo había regalado su alma.
Un día un par de hombres caminaba tranquilamente rumbo a su casas después de una noche de diversión con el amigos, de pronto se comenzó a escuchar como un caballo se acercaba pero como era de noche no se alcanzaba a distinguir bien el caballo, cuando ya este estaba frente a los hombres se dieron cuenta que una mujer lo montaba, ellos quedaron sorprendidos ya que la mujer tenía un cuerpo muy bonito, pero la cara no se lograba ver por la obscuridad y el gran sombrero que llevaba. La mujer ofreció a llevarlos a caballo, uno de ellos acepto inmediatamente, al subir al caballo y estar cerca de la mujer estaba levanto su sombrero y revelo su cara, la cual era una calavera, de inmediato el caballo comenzó a correr rápidamente mientras el hombre gritaba por el miedo, sin saberlo había regalado su alma.
Ignacio y su esposa
Mabel cenaban tranquilamente en la comodidad de su hogar.
Un ruido repentino les llamó la atención, algo andaba corriendo por la huerta.
- Debe ser un perro, espero que no me haya pisoteado las acelgas - dijo Ignacio.
Salió a la frescura de la noche llevando una linterna en la mano. La luna llena
Asomaba entre unas nubes alargadas, su luz plateada mostraba una visión limitada
De la huerta, se distinguían los canteros de las verduras con los delgados caminos
Que la dividían, pero bajo los árboles frutales caía negra sombra.
Un ruido repentino les llamó la atención, algo andaba corriendo por la huerta.
- Debe ser un perro, espero que no me haya pisoteado las acelgas - dijo Ignacio.
Salió a la frescura de la noche llevando una linterna en la mano. La luna llena
Asomaba entre unas nubes alargadas, su luz plateada mostraba una visión limitada
De la huerta, se distinguían los canteros de las verduras con los delgados caminos
Que la dividían, pero bajo los árboles frutales caía negra sombra.
Un ruido de ramas que
se agitaban lo hizo caminar hacia los naranjos. Mientras
Escudriñaba en sus sombras enfocó a un inmenso perro que cruzó al trote.
Solo lo vio por un instante, el perro en veloz huída se escabulló entre los árboles y
Se lo oyó alejarse de la huerta. Pero aquel instante fue suficiente para causarle una
Fuerte impresión. En aquella fracción tan corta de tiempo el perro miró a Ignacio, y
En su cabeza redondeada se notaron sus rasgos humanos.
Ignacio entró a la casa con la cara pálida por el miedo. Su esposa, que aún cenaba
No lo advirtió.
- Era un perro, ya se fue - dijo Ignacio anticipándose a la posible pregunta de Mabel.
Le mintió a su esposa para no asustarla. Lo que vio era un hombre lobo, con cuerpo
De perro y cabeza humana, y en aquella cabeza humana distinguió el rostro de uno
De sus vecinos.
Escudriñaba en sus sombras enfocó a un inmenso perro que cruzó al trote.
Solo lo vio por un instante, el perro en veloz huída se escabulló entre los árboles y
Se lo oyó alejarse de la huerta. Pero aquel instante fue suficiente para causarle una
Fuerte impresión. En aquella fracción tan corta de tiempo el perro miró a Ignacio, y
En su cabeza redondeada se notaron sus rasgos humanos.
Ignacio entró a la casa con la cara pálida por el miedo. Su esposa, que aún cenaba
No lo advirtió.
- Era un perro, ya se fue - dijo Ignacio anticipándose a la posible pregunta de Mabel.
Le mintió a su esposa para no asustarla. Lo que vio era un hombre lobo, con cuerpo
De perro y cabeza humana, y en aquella cabeza humana distinguió el rostro de uno
De sus vecinos.
La niña del panteón
Hace ya algunos años un grupo
de jóvenes platicaba cerca de un cementerio, ellos se encontraban
tranquilamente fuera de una tienda, comenzaron a contar historias de miedo,
hubo uno que llamo la atención de todos, ya que la historia había sucedido en
el cementerio que se encontraba a unas calles, según la leyenda por las noches
un hombre se aparecía en el cementerio y caminaba por el lugar.
Uno de los jóvenes reto a dos de ellos para que entraran al cementerio, ambos aceptaron, debían cruzar el cementerio, el resto de los amigos los esperarían del otro lado. Los jóvenes entraron pero pronto se perdieron, no lograban encontrar la salida, unos minutos después observaron como una niña salía de la oficina del cementerio, ellos rápidamente fueron a encontrarla y pedir direcciones, ella con gusto los guio a una de las murallas del cementerio, al llegar les dijo que ella siempre salía por ahí, los dos jóvenes se observaron y le preguntaron cómo salía si la muralla era alta y no había forma de que una niña la escalara sola, en eso la niña solo se rio y dijo que ella salía así, de pronto solo dio media vuelta y atravesó la muralla.
Uno de los jóvenes reto a dos de ellos para que entraran al cementerio, ambos aceptaron, debían cruzar el cementerio, el resto de los amigos los esperarían del otro lado. Los jóvenes entraron pero pronto se perdieron, no lograban encontrar la salida, unos minutos después observaron como una niña salía de la oficina del cementerio, ellos rápidamente fueron a encontrarla y pedir direcciones, ella con gusto los guio a una de las murallas del cementerio, al llegar les dijo que ella siempre salía por ahí, los dos jóvenes se observaron y le preguntaron cómo salía si la muralla era alta y no había forma de que una niña la escalara sola, en eso la niña solo se rio y dijo que ella salía así, de pronto solo dio media vuelta y atravesó la muralla.
El diablo en pañales
Esta
leyenda mexicana tiene origen en cercanías de Morelos, donde vivía una hermosa joven, pretendida por muchos hombres
de la región. Ella se negaba constantemente a los pretendientes hasta que
conoció a un enigmático jinete, que se ofreció a llevarla en su caballo hasta
su morada. Luego de algunos días finalmente cayó rendida a sus encantos y se
casó con el intrigante visitante.
La
joven quedó embarazada, y el sujeto desapareció de la faz de la tierra, pero la
gestación siguió su curso normal hasta los 8 meses cuando nació un hermoso
bebe, algo extraño ya que era muy ágil y despierto. Al cumplir los 6 meses, se
decidieron ir a bautizarlo por lo que su madrina era la encargada de llevarlo a
la iglesia. Cuando iban camino a ese lugar y en medio de un río, una
voz lúgubre salió de la boca del bebe diciendo – Madrina ya puedo hablar, ya
tengo dientes, y te voy a matar-, tras lo cual asesinó a su madrina y
desapareció en medio del agua….
Para
los lugareños no quedan dudas que se trata del hijo del Diablo y que cada
cierto tiempo suele aparecer por los caminos y haciendas, asustando a los seres
humanos y a las bestias, incluso matando a varios de ellos.
La
leyenda afirma que en los caminos rurales, suele oírse el llanto de un bebé y
quienes lo recogen y lo alzan, sienten un tremendo dolor en su brazo, ya que el
“bebé” los está mordiendo para luego desaparecer en forma misteriosa.
La novia
La chica observa la
luna a través de la ventana, es la única iluminación que hay en la pequeña
casita, todo el lugar está a oscuras, pero curiosamente ella no siente miedo,
las lágrimas que corrieron por sus mejillas momentos antes se han secado, y
sólo quedan un par de líneas oscuras como testigos de su melancolía, sobre sus
piernas está recostado su novio, el amor de su vida, el único chico que ha
sabido tratarla de entre toda la galería de imbéciles con los que ha salido,
sus ojos, su sonrisa, sus labios, su nariz, ese hermoso rostro al que tanto
ama, la mira con infinita felicidad, ella, sonriendo, observa a su novio
iluminado por la luna llena, enternecida, acerca sus labios a los de él y lo
besa, y ambos se dan un apasionado y tierno beso…
Meses antes de esto, la feliz pareja tenía problemas que podrían calificarse de insalvables, él había sido todo para ella, pero había (siempre hubo) un problema, no fue el hecho de que ella lo botó por otro en más de una ocasión, tampoco lo fue su vicio de andar persiguiendo experiencias nuevas, a costa de lo que fuera, tampoco lo era el hecho de que después de andar vagando de relación en relación, ahora que la chica sentía que la juventud se le escapaba rápidamente, quisiera regresar con él… o no, la verdadera razón (aunque las otras también pesaban) por la que él ya no quería verla ni tener relación alguna con ella era su maldita adicción a las drogas…
Pero ahora nada de eso importaba, luego de que él la rechazara, gritándole en medio de aquél centro comercial que dejara de acosarlo, que dejara de buscarlo, que lo dejara ser libre y hacer su vida, él había ido hasta la pequeña casita de la chica, y ahí habían podido, por fin, resolver todos sus problemas, ahora, nada se interponía entre ellos y la felicidad eterna…
Él fue paciente, intentó primero que ella reconociera que tenía un problema, y se ganó de esa forma sus primeros cuernos, ella le dijo que la dejara en paz y el chico obedeció, hasta aquella madrugada en que lo despertó una llamada de auxilio, la chica no sabía donde estaba, ni cómo había llegado ahí, ni mucho menos con quién estaba, pero si sabía que estaba aterrada y en medio del peor viaje de toda su vida, cual caballero andante, él fue a rescatarla, logró que la chica aceptara ir a rehabilitación, pero pocos meses después, ella se dio de alta sola, por unos cuantos días, el novio tuvo la vana ilusión (que siempre da el amor) de que ella ya estaba curada…
Ahora, los ojos de ambos no dejaban de mirarse, embebidos de amor, ella empezó a arrullarlo como solía hacerlo cuando dormían juntos, sonreía, y una felicidad inacabable inundaba su corazón, nunca pudo apartar los ojos de ese chico, él era su mundo, y ahora estarían juntos por siempre, la chica le dijo:
- Te amo y siempre te amaré.- y gozó hasta el llanto cuando escuchó la voz de su chico contestar:
- Yo también… Ambos siguieron mirándose sonreír…Con la segunda recaída, el chico le lanzó un ultimátum, y se ganó sus segundos y terceros cuernos, ella, convencida de que necesitaba libertad sin límites y que al lado de ese desabrido y aburrido muchacho no la encontraría jamás, optó por abandonarlo de nuevo y lanzarse a la aventura, cinco años pasaron de este modo, ella tropezó de relación en relación, de amante en amante, de droga en droga, de borrachera en borrachera… de vicio en vicio, hasta que una mañana se percató de su situación, la pequeña casita estaba ocupada por gente que ella ni conocía, todos los rincones estaban llenos de mugre y suciedad, la casa en general parecía abandonada y estaba llena de adictos, fue cuando se dio cuenta del horrible estado en que la había sumido su idea de libertad, fue cuando empezó a buscarlo, a pedir su ayuda, a pedirle perdón, a rogarle que le diera otro chance, que la ayudara a rehacer su vida, que no la dejara morir, porque sin ti, querido, voy a morir en menos de lo que te imaginas…
- ¡Deja de estarme fastidiando! ¡Estoy harto de ti, tuviste mil oportunidades y todas las echaste a la basura, estúpida! ¡Deja de acosarme! ¡Déjame hacer mi vida!...
- Pero mi amor, yo no puedo vivir sin ti…
- ¿Que no puedes vivir sin mí? ¿Cuántas veces me dijiste que no me necesitabas?, además, ¿Ya te viste en un espejo? ¿Ya te diste cuenta de la forma en que arruinaste todo lo bello que había en ti? – ella, al borde del llanto, dijo:
- Pe-pero…- ¡No quiero escucharte decir nada más! ¡Desaparece! ¡Lárgate de mi vida! ¡Ahora soy yo quien quiere ser libre y no volver a verte nunca más! ¿Qué te parece eso?...
Ella sabía, sin embargo, que todo era un error, y quería enmendarlo, de modo que mandó a una de sus amigas a que lo convenciera de visitarla, luego de una semana de estar ahuyentando a sus amigos adictos, y arreglando la casa lo mejor que pudo, esperaba poder convencerlo de darle una última oportunidad…Cuando el chico llegó hasta la casita donde había dormido tantas veces con ella entre sus brazos, de inmediato notó el abandono y la mugre que lo dominaba todo, se asombró de encontrar objetos que obviamente no pertenecían a la chica, abandonados como si sus dueños hubieran escapado de repente…La casa estaba iluminada por velas, ella estaba de pie, con los brazos detrás de la espalda, parecía una niña dispuesta a escuchar un regaño de sus padres, él siempre le había dicho que cuando adoptaba esa postura parecía una linda chiquilla traviesa y juguetona, era la misma postura que adoptaba cuando quería pedirle un favor a alguien, o cuando quería que la perdonaran, fue la misma postura que adoptó cuando se conocieron, cuando ella derramó su café por accidente sobre el traje favorito del chico, durante años sintió un intenso cariño al evocar esa imagen, ahora, en medio de la mugre y debido al estado de la chica, la imagen le provocaba ciertas dosis de asco y vergüenza, algo había, sin embargo, en la amplia sonrisa de la chica…Ahora los dos reposaban, ella seguía arrullándolo, todo estaba bien, ahora todo estaba bien, la chica lo miró a los ojos, habían platicado por horas, las velas se habían extinguido hacía mucho, pero ya todo estaba bien, lo miró a los ojos y dijo:- Ahora sí podremos estar juntos por siempre…- Así es mi amor, me di cuenta de lo mucho que me amas, y ahora podremos estar juntos por siempre...Y una profunda sonrisa, repleta de alucinada felicidad, cruzó el rostro de la chica, porque allí, en medio de la sala oscura y tenebrosa, rodeada de velas extinguidas, iluminada horrendamente por las luces de las patrullas, que, alertadas por los gritos, acaban de llegar al lugar, permanece sentada arrullando a su amado, un cuchillo descansa, manchado de sangre fresca y sangre seca, junto a su mano derecha, los policías que empiezan a entrar a la propiedad no pueden creer lo que ven, restos humanos por todas partes, los cuerpos de los “amigos” de la chica, que los asesinó cuando regresó de su último encuentro con su amado, en la cocina, con la cabeza destrozada y metida dentro de la estufa, yace el cuerpo de la amiga que había ido a buscar al chico, la había asesinado antes de que él llegara, estaba tan drogada que jamás se dio cuenta que había vivido rodeada de cadáveres en casa de su amiga durante una semana…Los policías se acercaron con cautela a la sala, donde la chica, empapada en sangre, seguía sentada arrullando el cuerpo sin vida de quien había sido el más fiel de sus novios, el único hombre que de verdad la quiso, la única persona en este mundo que de verdad se preocupaba por ella, en cuanto él llegó la chica lo había degollado, arrullando su cadáver por horas y horas, ahora la luna iluminaba la aterradora escena, los policías escucharon claramente a la chica, que acabó sus días encerrada en un hospital siquiátrico, mientras observaba arrobada los ojos muertos de su chico y repetía:
- Ya todo está bien… ya todo está bien ahora, amor… Te amo… ahora podremos estar juntos para siempre… juntos para siempre… por siempre…
Meses antes de esto, la feliz pareja tenía problemas que podrían calificarse de insalvables, él había sido todo para ella, pero había (siempre hubo) un problema, no fue el hecho de que ella lo botó por otro en más de una ocasión, tampoco lo fue su vicio de andar persiguiendo experiencias nuevas, a costa de lo que fuera, tampoco lo era el hecho de que después de andar vagando de relación en relación, ahora que la chica sentía que la juventud se le escapaba rápidamente, quisiera regresar con él… o no, la verdadera razón (aunque las otras también pesaban) por la que él ya no quería verla ni tener relación alguna con ella era su maldita adicción a las drogas…
Pero ahora nada de eso importaba, luego de que él la rechazara, gritándole en medio de aquél centro comercial que dejara de acosarlo, que dejara de buscarlo, que lo dejara ser libre y hacer su vida, él había ido hasta la pequeña casita de la chica, y ahí habían podido, por fin, resolver todos sus problemas, ahora, nada se interponía entre ellos y la felicidad eterna…
Él fue paciente, intentó primero que ella reconociera que tenía un problema, y se ganó de esa forma sus primeros cuernos, ella le dijo que la dejara en paz y el chico obedeció, hasta aquella madrugada en que lo despertó una llamada de auxilio, la chica no sabía donde estaba, ni cómo había llegado ahí, ni mucho menos con quién estaba, pero si sabía que estaba aterrada y en medio del peor viaje de toda su vida, cual caballero andante, él fue a rescatarla, logró que la chica aceptara ir a rehabilitación, pero pocos meses después, ella se dio de alta sola, por unos cuantos días, el novio tuvo la vana ilusión (que siempre da el amor) de que ella ya estaba curada…
Ahora, los ojos de ambos no dejaban de mirarse, embebidos de amor, ella empezó a arrullarlo como solía hacerlo cuando dormían juntos, sonreía, y una felicidad inacabable inundaba su corazón, nunca pudo apartar los ojos de ese chico, él era su mundo, y ahora estarían juntos por siempre, la chica le dijo:
- Te amo y siempre te amaré.- y gozó hasta el llanto cuando escuchó la voz de su chico contestar:
- Yo también… Ambos siguieron mirándose sonreír…Con la segunda recaída, el chico le lanzó un ultimátum, y se ganó sus segundos y terceros cuernos, ella, convencida de que necesitaba libertad sin límites y que al lado de ese desabrido y aburrido muchacho no la encontraría jamás, optó por abandonarlo de nuevo y lanzarse a la aventura, cinco años pasaron de este modo, ella tropezó de relación en relación, de amante en amante, de droga en droga, de borrachera en borrachera… de vicio en vicio, hasta que una mañana se percató de su situación, la pequeña casita estaba ocupada por gente que ella ni conocía, todos los rincones estaban llenos de mugre y suciedad, la casa en general parecía abandonada y estaba llena de adictos, fue cuando se dio cuenta del horrible estado en que la había sumido su idea de libertad, fue cuando empezó a buscarlo, a pedir su ayuda, a pedirle perdón, a rogarle que le diera otro chance, que la ayudara a rehacer su vida, que no la dejara morir, porque sin ti, querido, voy a morir en menos de lo que te imaginas…
- ¡Deja de estarme fastidiando! ¡Estoy harto de ti, tuviste mil oportunidades y todas las echaste a la basura, estúpida! ¡Deja de acosarme! ¡Déjame hacer mi vida!...
- Pero mi amor, yo no puedo vivir sin ti…
- ¿Que no puedes vivir sin mí? ¿Cuántas veces me dijiste que no me necesitabas?, además, ¿Ya te viste en un espejo? ¿Ya te diste cuenta de la forma en que arruinaste todo lo bello que había en ti? – ella, al borde del llanto, dijo:
- Pe-pero…- ¡No quiero escucharte decir nada más! ¡Desaparece! ¡Lárgate de mi vida! ¡Ahora soy yo quien quiere ser libre y no volver a verte nunca más! ¿Qué te parece eso?...
Ella sabía, sin embargo, que todo era un error, y quería enmendarlo, de modo que mandó a una de sus amigas a que lo convenciera de visitarla, luego de una semana de estar ahuyentando a sus amigos adictos, y arreglando la casa lo mejor que pudo, esperaba poder convencerlo de darle una última oportunidad…Cuando el chico llegó hasta la casita donde había dormido tantas veces con ella entre sus brazos, de inmediato notó el abandono y la mugre que lo dominaba todo, se asombró de encontrar objetos que obviamente no pertenecían a la chica, abandonados como si sus dueños hubieran escapado de repente…La casa estaba iluminada por velas, ella estaba de pie, con los brazos detrás de la espalda, parecía una niña dispuesta a escuchar un regaño de sus padres, él siempre le había dicho que cuando adoptaba esa postura parecía una linda chiquilla traviesa y juguetona, era la misma postura que adoptaba cuando quería pedirle un favor a alguien, o cuando quería que la perdonaran, fue la misma postura que adoptó cuando se conocieron, cuando ella derramó su café por accidente sobre el traje favorito del chico, durante años sintió un intenso cariño al evocar esa imagen, ahora, en medio de la mugre y debido al estado de la chica, la imagen le provocaba ciertas dosis de asco y vergüenza, algo había, sin embargo, en la amplia sonrisa de la chica…Ahora los dos reposaban, ella seguía arrullándolo, todo estaba bien, ahora todo estaba bien, la chica lo miró a los ojos, habían platicado por horas, las velas se habían extinguido hacía mucho, pero ya todo estaba bien, lo miró a los ojos y dijo:- Ahora sí podremos estar juntos por siempre…- Así es mi amor, me di cuenta de lo mucho que me amas, y ahora podremos estar juntos por siempre...Y una profunda sonrisa, repleta de alucinada felicidad, cruzó el rostro de la chica, porque allí, en medio de la sala oscura y tenebrosa, rodeada de velas extinguidas, iluminada horrendamente por las luces de las patrullas, que, alertadas por los gritos, acaban de llegar al lugar, permanece sentada arrullando a su amado, un cuchillo descansa, manchado de sangre fresca y sangre seca, junto a su mano derecha, los policías que empiezan a entrar a la propiedad no pueden creer lo que ven, restos humanos por todas partes, los cuerpos de los “amigos” de la chica, que los asesinó cuando regresó de su último encuentro con su amado, en la cocina, con la cabeza destrozada y metida dentro de la estufa, yace el cuerpo de la amiga que había ido a buscar al chico, la había asesinado antes de que él llegara, estaba tan drogada que jamás se dio cuenta que había vivido rodeada de cadáveres en casa de su amiga durante una semana…Los policías se acercaron con cautela a la sala, donde la chica, empapada en sangre, seguía sentada arrullando el cuerpo sin vida de quien había sido el más fiel de sus novios, el único hombre que de verdad la quiso, la única persona en este mundo que de verdad se preocupaba por ella, en cuanto él llegó la chica lo había degollado, arrullando su cadáver por horas y horas, ahora la luna iluminaba la aterradora escena, los policías escucharon claramente a la chica, que acabó sus días encerrada en un hospital siquiátrico, mientras observaba arrobada los ojos muertos de su chico y repetía:
- Ya todo está bien… ya todo está bien ahora, amor… Te amo… ahora podremos estar juntos para siempre… juntos para siempre… por siempre…
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